La última mora del jardín...
Este viernes hubo paro nacional en Bélgica. Mi esposo estaba de paro, yo no pude ir a clases porque había paro de autobuses... y nos quedamos en casa. Decidimos meterle mano al jardín y poner "orden en la pea" después de unos 4 meses sin hacer mucho.
Para el que vive en medio del concreto gris de una ciudad, un poquito de verde es bien recibido. En mi casa siempre hubo macetas y maceteros de cuanta mata y flor creciera en "pleno reventadero de sol" como era, y es, el caso de la terraza de mi casa en Caracas. A las orquídeas les construyeron una estantería de la que penden, ordenadas salvajemente, protegidas del inclemente sol y aclimatadas a esos calurosos días de sol impetuoso y esas tardes de lluvia inclemente.
En mi vida, por mi parte materna, las orquídeas siempre fueron parte de mí. En este exilio en el que ando, me las busqué y me las compré. Es fascinante ver lo distinta y a la vez lo similares que son las orquídeas. Extraño mis Catleyas pero no puedo negar que mis Phalaeonopsis son hermosas. Las tengo en amarillo, en blanco y en morado obispo. Y en la cocina tengo un especimen que se destaca por las dimensiones de las flores y las hojas pues mide, sin exagerar, no menos de 1.20 mts de altura...
Hace un tiempillo hablé de mi jardín en un artículo que se llama "El jardín de Victoria" y en el artículo de "Las fotos en desorden de aparición" estaban las fotos. Quien lo vió entonces y lo viera el viernes pasado... no se hubiera creido el show: maleza invadiendo lo que no estaba sembrado. Es que la maleza se empeña en seguir creciendo a pesar de que trato de podarla como sea. Las plantas ya han cesado en la floración y han dado paso a la reserva energética que el clima medio anuncia. Es que este octubre no parece otoño sino fines de un verano y hay días, como hoy, de 18 grados, y días de 14 grados. Hay plantas que ha empezado a perder hojas y plantas que han empezado a cambiar colores... pero se confunden y hay otras que siguen floreando!
Recolectar semillas de las variedades que quiero conservar. Abrir huecos en la pared para hacer un tendido de alambres por el que treparán una variedad de hortensias trepadoras en la pared con menos luz en todo el año y que, a pesar de la falta de luz, florearán. Abrir huecos en la otra pared para hacer un tendido con alambres en los que se afirmarán las rosas trepadoras. Arreglar los rosales trepadores de la entrada para que algún día formen un arco a la entrada del jardín. Deshierbar de punta a punta el jardín. Sacar las plantas que han muerto tras la floración y cuyas semillas ya recolecté. Remover la tierra. Depositar los desechos vegetales en el compostero al lado del gallinero. Entre mi esposo y yo le pusimos orden al jardín...
Los bambúes... esos "echaron hijos" y nos encontramos con 2 retoños que estaban invadiendo áreas aledañas a donde los plantamos. El vecino de al lado estaba loco por unos bambúes y le regalamos estos dos retoños que a vuelta de un año estarán como los nuestros... si acaso les gusta aquel terreno tanto como este. Pero los retoños nos pusieron a pensar: si no nos ponemos alertas, en 2 años puedo empezar a contactar a un zoológico en Japón a ver si me prestan un par de pandas que quieran reproducirse entre los bambúes de nuestro jardín...
Es época de plantar bulbos y a eso me dediqué: escardilla y azadón en mano removí tierra y zanjé la brecha donde iban a ir los bulbos de lirios, de otras plantitas y de algunos tulipanes. Encontré que el gato de la vecina de la casa más allá me revolvió unos bulbos que yo tenía plantado de unos lirios naranja y otros amarillos... este año que viene florearán en 2 áreas distintas y si ese animal se me llega a presentar desprevenido y lo agarro por la cola le voy a dar vueltas en el aire para mandarlo a volar lejos, muy lejos, del jardín. Le encanta romperme las Rosas de la India y desenterrarme bulbos. Me vomitó el camino de piedra del jardín y me "desplumó" los guisantes de olor. Y como lo vea yo haciendo de las suyas en estos días con los bulbos nuevos, juro que voy a inventar qué hacer para espantarlo antes de intentar aniquilarlo...
En mi vida jamá me había llenado tanto de tierra las manos y me había enfrentado a tanto "bicho" distinto. Desde babosas hasta las lombrices de tierra vulgares. Me acordé de cuando le tenía miedo a los "bichos" y los veía volar hacia mí y no había nada volando por ninguna parte. Tenía yo 4 años y los insectos que me perseguían eran mosquitos azul fluorescente... que sólo existían en mi imaginación. Impresionante... el Alien debe haber nacido de alguna pesadilla infantil del que creó el monstruo. Se los juro. Nada mejor que esa época para ser director de efectos especiales de un thriller multimillonario de Hollywood...
Y en eso estaba yo, gateando por tierra sembrando bulbitos a 5 cms de distancia entre sí y pensando en mi prometedora carrera en Hollywood semi frustrada por la superación de una fobia, cuando mi esposo, en el lado del jardín cercano al gallinero, me dijo divertido que fuera a ver lo que hacían las gallinas. Para facilitarse la tarea de verter los "desechos verdes" en el compostero, él había dejado abierta de par en par la puerta del gallinero, único acceso al compostero, y las gallinas observaban, con miedo, lo que había "más allá" de la puerta que normalmente está allí. Un poco conmovida le dije "déjales la puerta abierta, pobres, a ver si picotean algo interesante... si acaso se atreven a salir..." Me recordaban presos que han tenido 20 años de encierro y que, cuando por fin los dejan salir, lo hacen despacio, sintiendo al máximo todo lo que puedan sentir, abriendo los brazos para recibir el sol directamente sin ninguna pared o reja que los distancie... temiendo que les vayan a echar un jalùon y se los vuelvan a llevar para adentro.
Descubrí que tienen 3 temperamentos distintos. Sí, yo, la renuente a ver algo más allá que plumas y picos en estos seres productores de huevos y recicladores de materia orgánica y vegetal que tenemos en el jardín, descubrí 3 temperamentos distintos: hay una aventurera, una medio avispada y una más quedada... pobre, le da miedo todo lo que sea el aire libre. Le encanta sentir "límites": entre arbusticos, entre maticas, entre rejas... limitada.
La aventurera no se conformó con explorar los alrededores del gallinero cuando decidió salir, sino que se fue, pegando brincos, por el suelo recién removido, cazando cuanto gusanito y bichito veía. Seamos sinceros, fue la que se dió EL banquete. La otra, la medio activa, siguió a la aventurera por un rato pero una vez que vió lo bueno que había por ahí, se quedó allí. La aventurera comparó y midió vntnajas y desventajas en el terreno y volvía a buscar a la menos quedada y se iban juntas a corretear gusanitos cerca de donde yo trabajaba, al otro lado del jardín. La quedadita siguió en lo suyo, a un metro de distancia de la puerta del jardín y sin la tierra removida...
Meterlas en el gallinero, fue otra historia. Cansada como estaba, con un dolor de espalda feroz, con las piernas temblándome por el esfuerzo de 5 horas y media de trabajo con pala, escardilla y rastrillo, a gatas y agachada, en cuclillas y de pie, cuando me pidió mi esposo que tratara de acercar la gallina aventurera que estaba por mis alrededores, y la llevara cerca del gallinero... no imaginé que me iba a ver como esos personajes de comiquita que corren de un lado para el otro y se les ve aparecer y desaparecer.
He de haber sido un show porque mi esposo se reía a carcajada limpia. Imaginar a Laura con su metro setenta y dos de estatura arrebujada en un suéter negro talla XXL que me prestó mi esposo para trabajar en el jardín porque es uno de los que él usa para "trabajos varios", con unos jeans bota ancha viejitos que uso yo para andar por casa y con medias blancas en sandalias con plataforma que tengo para "trabajos varios", con la cabeza cubierta por un gorrito de lana de esos de las estrellas del rap... correteando a una gallina con una escardilla en la mano de un lado al otro porque siempre conseguía una nueva jugarreta para evadirme... ha de haber sido el show cómico de la temporada.
Tras corretear por 15 minutos a una gallina y someterla, a pesar de mis gustos, por la "fuerza bruta" valiéndome de la escardilla para remolcarla por el cuello, dimos por concluida la labor. Cierren la puerta pronto que se vuelven a escapar! El resto de la tarde se lo pasaron como león en jaula: de un lado al otro, frente a la reja, buscando un agujero para salir. Si la perra de la lado, Laika, forma complot con estas gallinas escapistas nuestras, puede ser que en pocos días se nos vuelva a aparecer la perra en nuestro gallinero y los vecinos tengan 3 gallina locas corriéndoles por el patio de atrás. Si algo pasa, les juro que se los notifico...
Y con el dolor de espalda exacerbado y la dignidad por el piso, me dirigí a mis labores bulbísticas... cuando me percaté de la última mora del jardín por este año. El moral, un par de palitos verdes cuando llegó, amenaza con invadir toda la reja que le sirve de respaldo. Le gusta el suelo donde está plantado. Le gusta saberse interesante porque no sé qué le ha gustado tanto para seguir mimándolo. Le gusta regalar sus frutos. Le gusta ser el discreto y productivo del "área ornamental". Y parece que le gusta que de vez en cuando le hablen en español.
El moral me hizo pensar otra vez en mis amigos, los que se parecen a él, los que han prosperado a pesar de que se les daba pocas esperanzas, los que se veían super incongruentes y resultaron ser unos bellos arbustos. Los que regalan porque les gusta y les satisface. Los que se encuentran a gusto, de a ratos, con mi compañía. También me hizo pensar en todos los que yo llamaba amigos, antes de venirme, y que a vuelta de un año no llamaría amigos nunca más.
La última mora del año me la comí saboréandola, como se saborean los recuerdos de cosas que ya no serán, que fueron dulces y al final son ácidas y que te sofistican el paladar para poder percibir lo mejor y obviar lo menos bueno. Y al final, de tanta mora comida, llega uno a acostumbrarse al sabor ácido y empieza a ampliar el círculo de sabores. Porque hasta en su ácidez, el limón te regala lo mejor que puede dar de sí para complementar o incluso realzar el sabor de otros alimentos, colores o aromas que acompañe.
Aprendizajes de una mora enun otoño que no parece tan gris...