jueves, septiembre 08, 2005

La extranjería


Soy melómana. Esa pequeña confesión, suena irrelevante, dicha así de zopetón. Quién no disfruta oyendo música después de todo? Eso no es novedad. Tengo amigos que la hacen, tengo amigos que la discuten, tengo amigos que la recrean, tengo amigos que me pasan música, tengo amigos a los que les paso música... pero yo soy melómana. No puedo vivir en el silencio. La música me inspira, me abstrae o me "sintoniza" en una onda emocional en la que no estaba, me transporta lejos de donde estoy.

Asi, el sol brillando en este rincón occidental de los flandes belgas, el día con una temperatura agradabilísima y casi como en un adiós por este año, porque todos los belgas hablan de que en 2 semanas estaremos otra vez en la congelación del otoño, me siento a escribir porque tengo que echarles el cuento de mi paseo por Lille con mi amiga Claudia en el que un par de marroquíes nos cortejaron a quemarropa mientras nosotras estábamos tomando un poco de agua y coca cola y nos hicieron reir como locas de lo que nos pasa por dejar los anillos de matrimonio en casa... pero no puedo.

No puedo porque, oyendo el merengue de "Volveré" de Porfi Jimenez (si no me equivoco) estaba leyendo un mail que mandó una amiga sobre "no se vaya del país si usted es..." y me saltó a la cabeza la conversación que tuve hace unos días con otra ex-compañera de clases (aclaro que no es amiga...) sobre su decisión personal de dejar el país "porque estoy cansada de los venezolanos". Yo no quise continuar esa conversa con ella porque, por lo poco que le leí, bastó y sobró para descomponerme el día ese... No puedo postergar más la nota.

Emigrar no es fácil. Lo digo no como quien sabe porque todavía no lo sé todo. Lo digo como quien tiene a la "inmigración" en la venas: soy bisnieta de emigrantes canarios. En mi familia materna abundan los cuentos de "el abuelo" y sus ocurrencias, del todo normales para mi familia, absolutamente osadas e inusuales para la conservadora Caracas de entonces. Un hombre que sin mayor capital que sus sueños agarró a su esposa y se montaron en un barco y fueron a parar a Venezuela.

"Estas niñas salieron buscando a los abuelos" decía mi tía una vez porque mi hermana y yo tenemos "raza" de gente alta. Nos gustan las sevillanas y, las pocas cosas que he oido de música típica española, sobre todo la canaria, me llevan un poquito más allá que al resto de mis amigos venezolanos de pura cepa. Claro, soy melómana... esa es la aproximación más fácil y palpable que he tenido de la tierra de donde viene una parte de mi familia. Además, "tenemos el español por las venas" diría esa misma tía mía" y por eso "vibro" con esa música. Mi mamá y mis tías tienen primos en Tenerife y La Palma que no conocen, que no tratan, que no saben dónde están. Eso es seguro, mis bisabuelos tenían hermanos y los dejaron para irse "buscando futuro". Pero como hace unos 80 años la internet no existía, las cartas no eran muy rápidas y la familia de allá perdió contacto con la de acá por asuntos monetarios... sabemos que hay gente de la que somos parientes pero que si nos pusieran cara a cara ni nos pudieramos sospechar que somos primos.

A partir de este momento, aclaro a los lectores que mi "acá" y "allá" en este mail se refieren a mi sentir, no mi posición geográfica. Estoy ubicada en el "allá" pero siento desde el lejano "acá".

Mis bisabuelos se fueron porque la situación en su tierra era muy adversa y fueron a "hacer fortuna". En Venezuela, a mis bisabuelos les fue tan bien que criaron con éxito a 2 varones y 3 niñas que, en desorden de aparición, son: Ceferino, Andrés, Maria del Rosario, María de los Angeles y María Maximina. Sólo el menor de los varones y la menor de las hembras de los Alegría Mauricio tuvieron descendencia. Yo soy la nieta de Maria Maximina. Y el canario le corría por las venas porque era tan decidida como fueron sus padres...

El éxito de mis bisabuelos en Venezuela no fue caido del cielo: mi bisabuelo hacía ladrillitos de arcilla, los "adoboncitos" que llaman en mi tierra, y los secaba al sol. En un patio de una propiedad que consiguió comprar y "con su sol que tuesta blancos, con su sol que suda negros", como dice Andrés Eloy Blanco en su poema de "Píntame angelitos negros", mi bisabuelo cocinaba los adoboncitos hechos a mano con arcilla que él mismo preparaba. El bisabuelo, hombre de campo de gruesas muñecas tenía la dulzura suficiente para regañar a mi abuela y decirle que no le robara las uvas de su viña, única cosa que le quedaba de su patria natal en su nueva patria adoptiva, porque verdes no eran buenas.

Con el mismo empeño con el que se aferró a vivir en ese país donde todo estaba por hacer y todo estaba hecho de forma distinta a lo que vió él en su Tenerife natal, mi bisabuelo se iba a buscar "El Dorado", mito milenario que le rugía en la cabeza. De oro, él no encontró nada. Por el contrario, llenó su jardín de matas de guayaba, de guanábana, de mango, de orquídeas... y fueron tantas y tantas las orquídeas y flores que trajo de sus tantas excursiones para buscar al esquivo Dorado, que sus hijas Mercedes y Rosario hacían coronas fúnebres y vendían por toda Caracas la producción bianual de orquídeas. "El jardín Alegría" era un nombre comercial que estas dos pioneras mujeres decididas dieron a su jardín y en el que iban a parar las floristerías más finas de Caracas a comprarles orquídeas blancas, lilas y moradas, de cépalos púrpura y amarillo. Yo tenía 7 años y mi tía Rosario seguía el negocio que hubiera empezado con su difunta hermana... y yo jugaba y corria con dos pastores alemanes por guardianes en un jardín lleno de helechos, espárragos planchados y orquídeas para hacer arreglos y matas de mango de bocado y de hilacha, mangas y guayabitas de Perú. La jalea de mango de mi tía Rosario, ácida y dulce, sigue en mi memoria, tan viva que me acaba de hacer agua la boca. Quizás "El Dorado" de mi bisabuelo fuera ese, el dejar a sus hijas un legado floral que les permitió redondearse la economía hasta el fin de sus días junto con los alquileres que hicieron ellas de la propiedad que el bisabuelo logró conseguir. El no consiguió hacerse rico de inmediato, pero supo labrarle a su familia la conciencia de la administración del capital que se posea.

El bisabuelo se murió de un ataque diabético porque aunque el médico le dijo que tenía diabetes, fiel a su creencia de que "lo que el cuerpo pide no hace daño", se tomó su papelón con limón como todas las tardes. El bisabuelo fue como cualquier inmigrante: mezclaba su tradición con las costumbres del lugar donde residía. Los tocinillos del cielo y las lenguas de suegra se combinaron con dulces de mango y de cabello de angel con piña en los postres de mi familia. Tenemos recetas tanto de cocidos como de hallacas. Las Martinez Alegría, mi mamá y mis tías, son igualitas de "mezcladoras"... y nos han dejado el vicio a mi hermana y a mí: tengo recetas de salsa de tomate italiana, de pasticho siciliano, de blinis rusos y de empanadas salteñas lo mismo que de arroz con pollo y aliños y aderezos para carne mechada, caraotas y otras cosillas de esas que mejor no sigo nombrando porque les va a dar hambre.

En el habla también tenemos "maneras de hablar" que son vestigios de lo que nos legaron los abuelos y bisabuelos respectivamente. Las maneras de enfocarnos en la vida tienen vicios y taras de las que mi bisabuelo y mi bisabuela nos legaron. Definitivamente, la "inmigración" era parte de nuestra familia desde siempre. La novedad es el asunto de la "extranjería"

Y el concepto de "extranjería" se lo debo a un amigo que es extranjero en el país donde yo nací y crecí. El me ha mostrado mi país, mi gente, mi cultura y mi cocina de una forma que yo no las hubiera visto porque para mí esa es la única forma de ver el mundo. A ratos con jocosidad, a ratos con asombro, a ratos con espanto, él me ha hecho reir y llorar de la risa y mirar con estupor mi propio origen. Seguramente, si algún belga se leyera lo que he dicho de las costumbres de por acá... y lo que me falta... le pasaría un poco como me ha pasado a mí con los cuentos de mi amigo Daniel, un "argenlander" como dice él de los argentinos, que se fue por razones idénticas a las mías a vivir en otro país: su esposa.

Hasta allí, claros todos? Ahora voy a analizar el mail que me mandó mi amiga, que leo cada cierto tiempo tratando de descubrir por qué en un principio me pareció tan superfluo y por qué a la vez me pareció que estaba incompleto y todo eso lo voy a mezclar con la conversación que tuve recientemente con la otra chica de la que les comenté al principio. Vale?

Mi amiga sacó una reflexión de ese mail y pregunta como sin esperar respuesta (quizás, la única que se la dé sea yo) "Que les parece esto? A mi me encanto, creo que nunca podria emigrar jajajajaj. Besos a todos..." y el mail, en resumidas cuentas, hace una imagen caricaturesca del venezolano promedio sacando a relucir todos los "pequeños vicios culturales" que tenemos y que son, definitivamente, de ese terruño de donde vengo y no de ninguna otra parte. Creo que lo que me molestó del mail es el enfoque de que al parecer, para el que escribió el mail, la dignidad del emigrante se queda junto con la patria. Me parece que ese mensaje fue lo que me dejó un poco molesta con el mail. Pero de eso hablaremos luego. El mail va con cosas como "si eres de los que deja todo cada vez que a un familiar le da gripe o diarrea", "si piensas que por tener uno, dos o tres títulos, master, etc., te van a recibir con los brazos abiertos y todas las empresas se van a pelear por ti...", "si no puedes vivir sin: cachifa, guardería, gimnasio", "Si nunca has fregado un plato, pasado un coleto o planchado una camisa... ", "Si tienes un trabajo estable, una casa, y tus hijos en colegios privados...", "Si no puedes vivir sin una arepa, unas caraotas, una hallaca, una polar, un joropo, etc.,", "Si no soportas el frío y te encanta el sol.", "Si estás acostumbrado a ser el centro de atención y a mirar a los demás por encima del hombro... ", "Si eres de esos que está acostumbrado a jugar su triple y llama al santón de carayaca para que le de los datos del día y espera la hora del almuerzo para ver ansioso el chance", no emigres.

Eso es muy cierto, muchas de las cosas que uno tenía como rutina, cambian de la noche a la mañana y las preferencias se ven diluidas con un sabor de "me arroparé hasta donde me llegué la cobija". Se amolda uno a muchas cosas, importantes o no, que te interrumpen la "normalidad" que conocías hasta entonces. Se hace un RE aprendizaje de muchas cosas de la vida diaria. Quiero dejarlo con mayúsculas porque no es que uno lo aprenda por primera vez, es que tiene que aprenderlo de nuevo, de otra forma, y eso cuesta más que aprenderlo por vez primera pues hay que suprimir un viejo hábito y cambiarlo por uno nuevo. Este último punto es lo que más afecta pues, sin querer, parece que los de allá te critican lo que hacías acá. Pero, véanlo desde el punto que lo vean, al final van a caer en el factor "cultura". Y eso es como los colores: nadie tiene la última palabra.

Y tampoco es malo lo que el otro hace. Es simplemente diferente. No puedes criticarlo, es su manera de ver la vida. Tienes que sentirte privilegiado de saber que tú eres el único bicho que en ese lugar y momento observa el mismo hecho con dos visiones...

La chica de la que les hablaba antes me decía que estaba harta de los venezolanos... aclaró que no era nada relacionado con su desastrosa vida amorosa. Que ella no veía la hora de irse del país... luego de que me criticara tanto lo que yo tuve tan rete-asumido antes de venirme. Lo que pasa es que yo le explicaba que todo es relativo... y ella insistía en que yo hablaba ajena al problema de la inseguridad en mi Caracas natal. Y le dije que sí, que yo ese problema no lo tenía por acá... pero tenía otros. Me descompuso el que ella no me oyera y siguiera achacando a mi bonanza (no sé cual) y mi bienestar (ahora hablamos de eso) actuales el que me olvidara de que en Caracas sí se sufría.

Y allí me puse a pensar... que no tengo derecho a privarla de creer que todo está ganado afuera. Y sin embargo, sé que la grama no es más verde del otro lado. Se adquieren unas cosas, se renuncia a otras. Más allá de lo evidente (familia, amigos, carrera, trabajo, posición social, etc.) se dejan muchas, muchas pero muchas cosas. Cosas vernáculas. Y pasa uno a convertirse en "el otro" en la nueva tierra. En esto coincido con mi amigo Daniel: ese "otro" es ajeno, es lejano, es sucio, es feo, es todo lo malo que una sociedad teme... porque todas las sociedades le tienen preferencia a lo propio y le tienen miedo al resto... y se lo hacen sentir.

Y los primeros meses uno es un bichito simpático y curioso. Al principio te siguen paso a paso las movidas con la curiosidad del que ve a un bichito que es raro e interesante. Luego, te les haces "ese". Y lo digo con conocimiento. Te miran con atención, con recelo. Claro, porque te dieron mucha confianza al principio y hasta los hijos te miran como algo "bueno" y en realidad, pues, "uno ni sabe qué cosa será" ese ser que vive al lado, 2 casas más allá o al frente. Y luego, claro, para los que no tienen que aguantarse el tenerte cerca eres, simplemente "inmigrante"... que viene a robarnos trabajo, traernos suciedad, a llenarnos de su amoralidad, a usurparnos lo que nos pertenece, nos roban hijos o hijas con los que se casan, disfrutan de nuestro perfecto sistema, se benefician de todos los subsidios que puedan porque son vividores, ladrones astutos y quieren tener lo que tenemos nosotros sin mayor esfuerzo... y de paso vienen a opinar! "Los extranjeros son una plaga!!", pues.

Casi casi que a uno no lo quiere sino su familia y algún que otro amigo... Claro!! Porque para los de la tierra que uno dejó, uno no es "otro" sino "ese". "Ese" que nos dejó acá sufriendo, "ese" que prefirió irse a seguir calándose esto, "ese" que tiene "la vida resuelta y no sabes de lo que te estoy hablando"... como me dijo el otro día la chica esta de la que les comentaba. Uno es "ese", el traidor.

Y bueno, qué piense ella lo que quiera... pero allí caí en cuenta de muchas cosas...

Sí, porque uno se la vive desde el lado que la vivió mi bisabuelo: uno se olvida de lo que fue, no aspira a llegar tronando dedos y conseguir lo que quiere, empieza a someterse a todos los rituales de la otra cultura, se mete de lleno en el otro idioma "para hacerse entender", busca trabajar honestamente para labrarse un mejor futuro y labrarle un futuro a los hijos... y al final, hasta te tratan mal a veces. A veces. Quiero hacer excepciones.

En este país no tengo estatus: pertenezco a mi esposo. Mi número de identidad está vinculado al de él. Mi tarjeta de dientificación tiene el nombre de él por detrás. Mi número de seguridad social no existe, soy un sub archivo dentro del número de seguro social de mi esposo. No tengo trabajo y siempre inventan un buen cuento para decirme que no sirvo para el cargo: como aspirante a asistente bilingüe de un contable en la parte valona no me pidieron ni formación contable, ni un mínimo conocimiento del mundo de la contabilidad... sino el idioma holandés. Y para qué? Si el contable es Valón, habla francés, yo hablo francés, la compañía tiene clientes flamencos pero mi funcioón era trabajar en francés e inglés... se inventó 4 cuentos chinos distintos el que me dijo eso... le dí las gracias y me fui. Me han ofrecido trabajar empaquetando cajas. Y la dignidad no la he perdido ni la voy a perder tan fácil. Me acostumbré a reciclar hasta el papel con el que me limpio los mocos para satisfacer al gobierno de estos seres, pero mi dignidad no la voy a botar al basurero! Ando en lo mío... inventando qué hacer para conseguir lo que mi esposo dice: vender mi potencial increible.

Yo, decidí que voy a tomar lo que me guste de esta cultura, y voy a dejar de lado lo que me incomode... y no le voy a prestar atención al resto. Y en Venezuela, que me queden de amigos los que quieran quedarme. Soy bandera y embajadora de mi país en otra tierra y en mi tierra soy apátrida y traidora. Ironías de la vida. Al final, como siempre le dije a mi papá, el extranjero ni es de acá, ni es de allá. Y es cierto. Pero es cierto que uno es... me pueden poner en la Luna o en Marte... que allá sigo siendo. Soy. No me quito mi patria. No renuncio a mi país. No me olvido de mi cultura. No me dejo mi idioma. No renuncio a mi dignidad. Y no me integro a esta cultura porque ellos no me quieren aquí, soy muy de venezolana para ser belga y porque, de paso, no me da la gana. Soy "la plaga"que los vino a invadir y conquistar. A ver quién me saca la dignidad de aquí.

Entramos al aire en 5, 4, 3... y luego me voy a comer una waffle y me voy a tomar mi "con leche". Nos vemos en el próximo herzio!

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Esti querida!

En mi corta experiencia de expatriada, no sé si es porque me tocó en otro país de las "Europas" jejeje...la gente no ha sido tan xenofóbica. Sin embargo, es ciertísimo que al principio te miran como gallina mirando sal...luego te analizan cual cobayo en experimento para la NASA. Me tocó incluso reirme en mis adentros cuando la ex esposa de mi consorte me hablaba despacito en francés, como que si yo sufriera de síndrome de Down o algo por el estilo. La pobre imberbe no concebia que una tercermundista hubiese aprendido a bien hablar en la lengua de Molière....ja ja ja pobre incauta...mi conversa con ella en un perfectisimo francés la dejó perpleja con los ojos como diriamos en mi tierra "azur celeste", es decir, uno mirando para el sur y otro para el este.
En verdad hay gente que de entradita se bate un champoing medio raro y te mira por encimita del hombro y todo le huele y todo le hiede....en fin ...c'est la vie. Ellos se lo pierden!
Hay otra clase de gente, la que no dice nada y descubre que eres un ser humano como ellos mismos, sólo que con otro código de barras en tu pasaporte, y quedan un poco ascépticos, ¿cómo seraá posible?, parece de los nuestros, pero es diferente, será...no será...pero sin rallar en la indiferencia. Otros afortunadamente y gracias a Dios, saltan sus prejucios socio-culturales y adoran las "venezolanadas"...la espontaneidad que nos caracteriza, la incondicionalidad, el preocuparse por el vecino aunque no lo conozcas, el ofrecerle un pedacito de torta, el invitarle a degustar esa cosa rara que ellos mal llaman "banane frite"( que por Dios no es ningún cambur frito, esa cosa no se come cruda!) y que a veces les hace pensar en los venezolanos como una cuerda de indígenas que se pasean en pleno siglo 21 con un guayuco...jajaja pobres...pero como les gustan las fulanas tajadas! esa es la mejor parte...en el fondo les gusta ja ja ja.
Todo esta en la actitud que tengas, en la visión de la vida.
Eso sí, con orgullo puedo decir que a todos les falta algo que a nosotros nos sobra, buen humor, disposición, actitud, alegría, fraternidad etc....por eso es que, nosotras las venezolanas, logramos hacer amigos en tooooodas partes. Puedo decir que conocí a gente en un ascensor con quienes me instalé a hablar como que si nos conocieramos de toda la vida, mi esposo perplejo simplemente me preguntaba cómo le hacía para conocer a tanta gente en fracción de segundos? No está fácil...respuesta: tienes que nacer en Venezuela! ja ja ja
Pienso en una canción francesa que dice ca va pas changer le monde que tu changes de maison...y pienso en tu amiga. No hay país perfecto, hay realidades diferentes, hay comodidades, hay seguridad social, pero con el tiempo descubres los defectos que todos tienen.
Es super posible adaptarse a todo, nosotros a ellos y vice versa. No hay mejor método que aquel que reza ¡ donde fueres haz lo que vieres!
Es mejor ser adorada por pocos, pero de una manera genuina que adulada por un montón de manera hipócrita!
Besitos

9:33 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Mi viejita querida,
Si supieras...si supieras.La realidad de esos que dejan su tierra natal, su cuna para irse a probar suerte o a "hacer fortuna" ha estado muy ligada a mi realidad y a lo que hoy soy.A una decisión como esa de abandonar el terruño le debo el hecho de ser venezolana, a mucha honra,además.
Soy venezolana de padres extranjeros, de origen muy humilde que se cansaron de la pobreza o estaban muy jóvenes para pensar que era posible echar raíces en otras tierras, pensaba yo que eran sus razones, pero no.Una joven pareja resolvió asilarse en esta tierra de gracias, pues traspasaba las fronteras los comentarios de Venezuela como un país de oportunidades, oportunidades para todos.En ese año, hace casi 31 años,mi papá, después de largas discusiones con mi mamá sobre su futuro, decide aventurarse a cruzar la frontera.Mi mamá se quedó del otro lado con un bebé en brazos, su primer hijo, el hijo varón, con tan sólo unos meses de nacido.Mi papá dejó el alma allá y mi mamá le entregó la de ella a mi papá cuando se vino.
Mamá tuvo que sorportar por años comentarios destructores y malintencionados que decían cosas como:"ya se fue y no va a volver", "ya consiguió lo que quería","ahora te tocará criar a ese muchachito sola".A mi querida madre se le desgarraban las entrañas de sólo pensar que algo de eso pudiera ser posible, pero la fe era más grande que su miedo.Siempre ha sido así y por eso la amo, y por eso la admiro.Una fe como la de Moisés,como la de los apóstoles que siguieron a Jesucristo.Era casi igual, pero ella seguía a su esposo y junto con él, el sueño de un mejor porvenir.
Mi papá,mientras, pasó las de Cain. Imaginar de lejos al amor de su vida y a un hijo, cuyo crecimiento no se detuvo cuando papá partió de su lado, te imaginas eso?A mi me cuesta hacerlo.
Ya en Venezuela recibió el apoyo de unos cuantos, con quienes siempre estará en deuda y a quienes su mente y su corazón no permiten olvidar, pero se había traido dentro de la vieja maleta y entre sus pocas ropas las fotos de la familia, los padres(mis abuelos),los amigos, de mamá y su familia, y hasta de él mismo para no olvidarse de cómo era.
Bueno, ese album de fotos tan preciado se le extravió entre el hacinamiento y la pobreza y con él su tesoro más preciado.Entonces se hizo más urgente resolver para tener a los que quería consigo.Trabajó, pasó necesidad, dejó muchas veces de comer y de dormir, pero no perdió la fe en algo mejor, la fe en el reencuentro, la fe en un Dios que nos pone pruebas muy duras, que incluso superan a la muerte.Lo digo así porque la lejanía de un ser querido que está vivo es más dura que la lejanía del que ya partió,pues no hay nada que hacer, mas que resignarse.Así lo veo yo...
Pero la alegría llegó casi al año.YA mi hermanito caminaba y veía a su papá en todos lados, recuerda con lágrimas en los ojos mi mamá.Y ella le decía:"No mi amor, ése no es tu papá", "a papá lo veremos pronto".Y su lucha era dura, pues tanía que mantener vigente la presencia y el recuerdo de papá en la memoria de mi hermano.
Pronto papá pudo mandar a buscar a su familia y creo que no hubo para ellos prueba más dura que esa y creo que en sí, es la razón por la que dentro de un mes cumplirán 33 años de aciertos y desaciertos, necesidades y momentos de bonanza, alegrías y tristezas, pero la certeza de haber hecho lo correcto.
Ni papá ni mamá volvieron a ver a sus padres(mis abuelos), ni a sus hermanos, ni a sus amigos.Ellos sólo supieron de nosotras(de mi hermana y de mí), de nuestra existencia, pero por razones diversas nunca pudimos encontrarnos. Para mis viejos es el precio más grande a pagar por lo que tienen ahora que no es maerial, sino espiritual y el amor que aún a mi mamá con 61 años y a mi papá con 60 los úne.
Mi querida amiga, esto es sólo un botoncito de muestra de la historia de mis viejos, de mi familia, de mi historia.Pocos en realidad conocen lo difícil de ser hijos de inmigrantes, de callar en la escuela para que no digan y de renunciar incluso a la familia y a los orígenes para ganarse un espacio en esta tierra y en cualquier otra.
El dolor del exilio lo he vivido y te diría en carne propia, por el sufrimiento de mis padres por haber dejado lo que era de ellos y venirse a adueñarse de lo que no lo es, de lo que no lo era.
Hoy se alegran de que sus hijas hayan nacido aquí, de que su hijo, aquel pequeñito que preguntaba por papá, se haya hecho un hombre de bien aquí y que sea más venezolanos que muchos otros, incluso que yo que amo tanto mi tierra.
Hoy son venezolanos con papeles no por necesidad,sino por convivión, por amor al suelo que les dió un espacio para vivir y para hacer lamejor fortuna de sus vidas, una familia consagrada y unida por el amor.
A tí,mi amiga, mi hermana, y todas las cosas que eres para mí, te deseo el mejor futuro en donde decidiste forjártelo, el mejor exilio en esas tierras que no son tuyas,pero que a fuerza de vivirlas serán de tu propiedad, porque uno es lo que es donde vaya y por donde vaya uno va conquistando y haciendo suyo lo que quiere.
Te escribo estas líneas entre lágrimas con la emoción de revivir mi propia historia a través de tí y con la alegría de saberte mi amiga y con la nostalgia de no tenerte cerca para darte un abrazo.Pero eso es lo de menos porque estás vigente,mucho más presente que nunca.
Siga en su lucha y no olvide que su país y los que aquí estamos y que te queremos por lo que dejaste y aún dejas en nosotros estamos aquí,pero seguimos contigo compartiendo tu exilio.
Hasta pronto amiga, hasta siempre,hasta mañana.

6:42 p. m.  
Blogger Phases Moon said...

Hello digital nail!!!

Nunca he estado del otro lado del paredon, toda mi familia forma parte del "este lado del charco". Sin embargo creo que he de ser la primera de la familia que pretende ser "La extrajera". Mi sueño de viajar a uno (o varios) paises sigue latente aquí. No por falta de amor a mi tierra, no por decir que "no soporto a los venezolanos", no por querer dejar a mis amigos, mas bien es un sueño intenro, propio mío de querer viajar hasta esa dimensión desconocida llamada "extranjero". Y bueno, los que no quieren ser tus amigos, que se vayan a donde vinieron, tal vez yo soy lo que soy y la amistad traspasa estas fronteras que nos dividen. De eso creo que ambas estamos muy claras. Para muestra uña y mugre. Y aunque el de al lado te critique, aunque estés pasando "las verdes y las maduras" como decimos en Venezolandia, aunque allá te denigren como persona negandote un empleo digno y una posición justa, recuerda siempre, en donde estés, sea la Luna o Marte, que tu vida es TUYA, es tu derecho divino de EXISTIR, de SER. Aquí, allá o donde sea. Alabo y aplaudo que te mantengas en pie de guerra y desde éste, nuestro terruño, te envío las mejores energías y estoy echandote porras para que sigas en pue de lucha manteniendo tu INTEGRIDAD DE SER HUMANO, que mereces en cualquier lugar que estés.

P.D.: aún así me dejaste pensando, pensando mucho, con respecto a emigrar tarde o temprano a tierras itálicas. No sé si será bueno o malo, para mí, para quienes me rodean, pero forma parte de lo que quiero vivir, de mi historia. Sólo espero que tú historia, dentro de los matices grises que te está mostrando, pronto te enseñe los colores vívidos de ese hermoso jardín oculto que tienes en la parte de atrás de tu casa. T.Q.M.

11:00 p. m.  

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