Ajustando detalles finales...
Es curiosa como la vida se nos presenta...Por mucho que uno quiera cambiarla, apresurarla o arreglarla "a conveniencia", ella hace lo que le da la gana cuando le conviene y le provoca. Así, siempre nos deja ver que ella es la que decide al final qué hacemos y qué no podemos hacer... o nos enrrolla y nos desenrrolla a su antojo... Al final, nosotros decidimos qué caminos de los que se nos presenta, tomamos, pero no decidimos en qué termina eso...
Esta "profunda" reflexión sale a raíz de mis "quijotadas" (como andamos en el año del Quijote y la TVE me lo pasa a cada rato en micros, a pedazos me lo han leido famosos de todas las artes por la TVE... y el rey en persona empezó!) por estos lares. Lo que pasa es que Don Quijote nunca recobró la lucidez en la novela y siempre fue un loco que habló con sabiduría y lucidez... Yo, me desperté en pleno ataque y me descubrí con la gorra de béisbol y la perola Tupperwaere (el equivalente de lo que cargaba el Quijote en la época) en la cabeza, la lanza en la mano, parada frente a un molino de viento que da vueltas y... me he dado cuenta de que, en lo que llevo aquí (desde octubre), no he hecho absolutamente nada sino pelear contra seres invisibles... y me entró una depre enoooooorme... y tengo como 15 días con una irritabilidad sin proporciones ante todo lo que rodea el adjetivo "belga". Me da un prurito desesperante que me escuece la paciencia y la irritabilidad me hace llorar en vez de decirme una y otra vez "conmigo no van a poder, conmigo no van a poder...". Me cansé de luchar y me senté en una piedra a ver los molinos girar y sentirme ridícula por pretender conquistarlos...
Pero siempre pasa algo que te devuelve la vida, que te regresa las esperanzas, que te trae ilusiones, sueños y fortalezas para cuando creías que todo se acababa. Así, a mí, me toca la dicha de poder ver a mi familia que viene a verme. Este año, teníamos planificado ir a verlos en diciembre. A raíz de que conseguir trabajo se me ha hecho tan cuesta arriba por todo lo del idioma, no había seguridad alguna de vernos y eso nos había deprimido muchísimo. Y la vida otra vez quizo que por un pequeño milagro nos pudiéramos ver... y en medio de toda mi desesperación, en medio de todas mis desesperanzas, justo antes de que lo peor de verdad llegara, han llegado ellos a darme un respiro, a encenderme la luz otra vez...
A veces en la vida, a diario, se obran pequeños milagros. A veces, no nos damos cuenta pero sí somos inmensamente felices. A veces no lo parece, pero no hemos estado luchando en balde contra molinos de vientos. A veces nos parece a nosotros mismos que hemos hecho muy poco, pero desde los ojos de nuestro escudero (o nuestros escuderos) nuestros logros parecen importantes e incluso grandes. A veces, tenemos que ver a través de los ojos de los demás para poder vivir en nuestro interior con la certeza de que de verdad no es todo tan malo como pensamos...
A veces, a veces, hasta el guerrero más valiente necesita un descanso. A veces la vida sabe por qué hace lo que hace. A veces es necesario llegar hasta el extremo de algo para poder valorar la comodidad y la seguridad de "lo convencional". A veces hay que sentarse en el borde para poder planear el salto al abismo... pero a veces el corazón también anhela estar cómodamente repantigado en el sofá para poder apreciar en toda su magnificiencia la inmensidad de lo que se acaba de lograr. Son las cosas más pequeñas las que a veces nos dan más para aprender... Por ahora estoy arreglando todo en la casa, preparándome para recibirlos con todo nuestro cariño... Por un mes no tendré ni tiempo para mí, pero este mes con mi familia lo atesoraré por siempre, en mi memoria y mi corazón sé que quedarán por siempre...
Y de eso se trata la vida, no? De guardar recuerdos, de revivir momentos... de tener asideros para los momentos de emergencia o desesperación y sitios blanditos para recostarse a disfrutar de los logros. Acabo de darme cuenta de que la Tupperwaere la tengo ladeada porque la gorra me la está empujando, tengo que arreglármela para poder seguir... por lo menos que no se me caiga el yelmo para que me proteja las ideas. Ya le dije a la lanza que se prepare, que nos toca otra incursión contra otros gigantes. A estos, ya les ví la cara, pero los próximos puede que sí sean de verdad. Y mi escudo, pues seguirá abollado, yo no puedo hacer nada para remendarlo. Pero de repente no me parece tan dificil pararme otra vez y seguir andando. Cuento con todos ustedes para que me sigan acompañando en cada recodo del camino...
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